miércoles, 14 de diciembre de 2011

El primer hereje


El primer hereje de Aaron Dembski-Bowden, 14ª nóvela de la serie Herejía de Horus: Leido .


[Sinopsis en la web de Timun Mas]
En medio de la guerra galáctica que supone la Gran Cruzada, el Emperador desaprueba el culto que le rinden los Portadores de la Palabra. Angustiados por semejante reproche, Lorgar y su legión emprenden un nuevo camino y arrasan un planeta tras otro.

Aunque lo que realmente buscan es iluminar el Imperio, la corrupción del Caos se apodera de ellos y comienza su camino hacia la maldición. Sin que los Portadores de la Palabra lo sepan, su búsqueda de la verdad alberga las mismísimas raíces de la herejía…
Cada nueva novela dedicada a la caida de un Capítulo es mejor y mas creible que la anterior.


Si la caida de Horus me pareció decepcionante y forzada, y la de Fulgrim solo llegó a adecuada, los cambios sufridos por la Legión Alfa fueron lógicos, y por los Mil Hijos no pude mas que sentir simpatía.

El caso de los Portadores de la Palabra continua la tónica de "caida propiciada por el Emperador", como pasó con los Mil Hijos.

El Capítulo y su Primarca son humillados por el Emperador a causa de sus creencias en la figura divina del Emperador (la ironia de esta situación se acentua con cada novela), y esto les hace buscar una verdad universal, lo que en le caso de los Portadores se traduce en buscar un dios verdadero.

Y lo encuentran, vaya si lo encuentran.
La novela es al fin y al cabo la caida de los Portadores en las garras del caos. Pero no es forzada ni poco creible, todo lo contrario.
Los temas personales, la creencia, la fe, las dudas... todo esta muy bien llevado, tan bien que muchas veces te olvidas que estas leyendo sobre marines espaciales.

De las mejorcitas que esta saga ha producido .

martes, 6 de diciembre de 2011

[fanfic] Descenso (V)


Última parte de este pequeño fanfic sobre los Recios en el SWtOR.

Entregas anteriores:
Descenso
Descenso II
Descenso III

.oOo.

- Planeta Kentares VII.
- Caida libre a 1000 metros sobre el centro de control operativo Sith de la zona. Una fortaleza natural protegida por enormes accidentes geográficos en medio del mar.

Caer desde 5000 metros es algo que impresiona sin duda, pero ver como se acerca el suelo es lo que realmente asusta. Y el hecho de ser ciego no evita que sienta como la tierra esta cada vez mas cerca.
Si a esto le añades el hecho de tener que maniobrar entre un cañon plagado de defensas, y los diversos puentes, cables y tuberias que unen ambos lados del cañon, la cosa se complica enormemente.
Y todo en practicamente menos de un minuto. Aunque cuando lo estas viviendo en directo es como una vida.

900 metros.

Una vez que comenzamos a movernos entre los riscos y nos adentramos en el cañón comienza la parte verdaderamente peligrosa.
Un descenso deportivo exigiría por nuestra parte activar ahora las mochilas gravitatorias para frenar la caida y poder maniobrar tranquilamente. Pero no podemos permitirnos ese lujo. Un descenso controlado a estas alturas nos convertiría en blancos de practica para sus defensas de tierra.
No, en lugar de eso maniobramos a velocidad terminal esperando al ultimo momento para activar las mochilas.

750 metros.

Los auspex de los soldados a toda potencia y todos nuestros sentidos puestos en sentir la Fuerza nos ayudan a esquivar los peligros no tan evidentes, como cables que cruzan de un lado a otro y que podrían partir a la mitad a cualquiera de nosotros si no tenemos cuidado.

580 metros.

Termino de ponerme en cabeza junto a Silfith y el resto de Caballeros. Juntos tratamos de eliminar esos peligros que no son tan facilmente evitables, pero sobretodo nos preparamos para lo que nos espera unos metros mas abajo.
Cuando las paredes del cañón comienzan a ser agobiantes empieza la lluvia de artillería blaster.
Noto como detrás de mi comienzan a acelerarse los corazones de los soldados. Sin posibilidad de maniobrar entre las paredes del cañón, obligados a frenar para no estrellarse contra el suelo, reducen su velocidad de descenso facilitando a las tropas de tierra el acertarlos. Solo pueden confiar en sus escudos, sus armaduras y la falta de puntería de los Imperiales.
Y en nosotros, claro.

360 metros.

Los Jedi no reducimos.
No activamos las mochilas.
Simplemente seguimos descenciendo.
Un muro de sables de luz que protege a nuestros compañeros de la lluvia de fuego blaster.

200 metros

Los sanadores y los adeptos de combate activan los repulsores.
En el fondo de mi cabeza siento como Naia se aleja -en realidad el que se aleja soy yo-. No puede ocultar su preocupación.
Solo la primera linea de la Orden sigue adelante.

100 metros.

El sensor de seguridad se ha vuelto loco por la proximidad del suelo. Lo apago.
Nuestros soldados comienzan a darnos fuego de apoyo con sus armas de mas largo alcance. Una medida mas disuasoria que efectiva debido a la distancia.
Desde aquí puedo sentir el olor de los escudos personales de energía Imperiales activándose.

50 metros.

A mi señal activamos las mochilas.
Rapidamente los sensores detectan la velocidad actual y la altura y arrancan a maxima potencia los repulsores.

25 metros.

La velocidad continua siendo excesiva. El suelo está peligrosamente cerca.
Me doy cuenta de que los disparos que estoy desviando con el sable de luz son de armas cortas.

10 metros.

Siento en mi espalda el calor de las toberas repulsoras trabajando por encima de sus capacidades.
Utilizo el cierre de seguridad para soltarla e inmediatamente sale disparada hacia el cielo.
Recurro a la Fuerza para terminar de dirigir mi caida hacia el grupo de Imperiales.
Caigo sobre un androide pesado que destrozo con mi sable doble. Le atravieso con el impulso remanente y ruedo sobre mi espalda para terminar de amortiguar el golpe.

Me pongo en pie de un salto dispuesto a defenderme. Mis sentidos me permiten hacerme un mapa rápido de la situación.
Retrocedo instintivamente un par de pasos para aprovechar la cercanía de otro Jedi y cubrirnos mutuamente.

Poco a poco mas Caballeros Jedi se unen al circulo defensivo, una formación que poco a poco vamos ampliando.

Finalmente escucho un grito amplificado artificialmente por un casco de los soldados de la Republica. Los hombres del Sargento ya han aterrizado.

Me uno a la replica y cargo contra los Imperiales.
- “Recios, ¡al turrón!

lunes, 5 de diciembre de 2011

[fanfic] Descenso (IV)


Cuarta parte de este pequeño fanfic sobre los Recios en el SWtOR.

Entregas anteriores:
Descenso
Descenso II
Descenso III

.oOo.


- Planeta Kentares VII.
- Caida libre a 2000 metros sobre el centro de control operativo Sith de la zona. Una fortaleza natural protegida por enormes accidentes geográficos en medio del mar.

Las patrullas de defensa de la fortaleza se acercan hacia nosotros.
Aunque han derribado todos los señuelos deben comprobar que, efectivamente, la amenaza ha sido neutralizada. Eso significa que, por desgracia, nos enfrentamos a profesionales y no a un grupo de aburridos funcionarios acuartelados.

Nuestros soldados preparan sus armas protegidos por el campo de ocultación de los contrabandistas, los cuales abren los brazos para ofrecer mas resistencia al aire y frenar un poco su caida, lo justo para dejar que el resto de la formación los alcance.

Yo pego los brazos a mi cuerpo y trato de ofrecer la menor resistencia posible, adelantándome al grupo de asalto. El resto de Jedis imitan mi movimiento y nos colocamos en las primeras filas. Ahora nos toca a nosotros.

Naia, Latok y el resto de curanderos son los primeros en frenarse, igualando su velocidad al resto de tropas de asalto.
Silfith y los Guardianes avanzan hasta el limite del campo de camuflaje. Todavía no queremos desvelar nuestra posición.
Yo continuo mi avance, y cuando estoy a punto de rebasar ese mismo limite utlizo la Fuerza para ocultar mi presencia.

Apenas a 50 metros de los defensores de la fortaleza enciendo mi sable de luz.
A mi espalda el resto de Jedis hacen lo mismo, protegidos por el campo de camuflaje.

Mi sable atraviesa la primera motojet antes siquiera de que me vean, y para cuando el resto del contingente de defensa quiere reaccionar un empujón telekinético me ha permitido subirme a una de las cañoneras.
Por encima de mi cae el campo de camuflaje desvelando el contingente de Recios en caida libre.
Sables de luz surgen volando desde las primeras filas, donde los Guardianes protegen a los soldados de la Republica, los cuales se hacen eco de la acción Jedi y descargan toda la furia de sus armas contra los desprevenidos defensores.

Antes de que puedan reaccionar la mitad de las fuerzas de defensa han sido derribadas.

Las tropas de la República utilizan sus mochilas para maniobrar entre las aeronaves, buscando los mejores ángulos de disparo, mientras los contrabandistas colocan cargas en las cañoneras mas resistentes.
Veo como los Guardianes, ahora si, utilizan sus sables para deflectar los disparos de los soldados Imperiales. Algo que habría sido imposible de hacer con los cañones antiaereos.

Sin embargo tampoco tengo demasiado tiempo para fijarme en lo que hace todo el mundo. Dejo que la Fuerza me guie y confio en mis instintos, saltando de nave en nave, atrayendo su atención y desviando el fuego que dirigen hacia mi.

El combate es rápido y confuso.

Las únicas aeronaves cercanas que no han explotado están cayendo sin control, y los Recios continuan su descenso.

Salto de la ultima cañonera despues de atravesar los controles con mi sable y acelero hasta acercarme a los mas rezagados.
Maruk y Latok están activando las señales de localización de los mas heridos, cuya mochila de descenso ha comenzado ya a frenar la caida. Si conseguimos limpiar la zona de aterrizaje y anular los sistemas de defensa una nave de rescate podrá recogerlos facilmente.

Unos metros mas alante veo como los primeros Recios están llegando a la altura de los riscos mas altos que bordean el cañón donde se encuentra la fortaleza Sith.

viernes, 2 de diciembre de 2011

[fanfic] Descenso (III)

Tercera parte de este pequeño fanfic sobre los Recios en el SWtOR.

Entregas anteriores:
Descenso
Descenso II

.oOo.


- Planeta Kentares VII.
- Caida libre a 3000 metros sobre el centro de control operativo Sith de la zona. Una fortaleza natural protegida por enormes accidentes geograficos en medio del mar.

Según cruzamos el último cúmulo de nubes los sensores de altitud nos indican que acabamos de entrar en la zona de detección.
A esta altura ni nuestro pequeño tamaño nos salvará de los sensores, y un impacto de fuego antiareo directo nos desintegrará independientemente de nuestra armadura o la bendición de la Fuerza.

El Sargento es consciente de ello y ya está tomando las medidas al respecto que hablamos en la reunión táctica.
A su señal tres figuras se desmarcan de la formación. El pequeño Mirialan, Dairon Asgard, inicia el despliegue de las balizas señuelo, mientras que delante de nosotros otro Corelliano, el contrabandista conocido como Rocanegra, activa el campo de ocultación que nos camuflará. O al menos esa es la idea.
Pese a su reticencia a trabajar con estos criminales incluso el estirado del Sargento tendrá que admitir su valía, al fin y al cabo se están jugando el pellejo como todos los demás.

La respuesta de la fortaleza terrestre no tarda en llegar, abarrotando el cielo de haces de luz.
Algunos de los disparos pasan lo suficientemente cerca para sentir el calor y permitirnos percibir el característico olor a ozono pese a los filtros de aire.

- “Demasiado cerca.”

Urt parece pensar lo mismo y ordena a la formación un pequeño desvio.

Las balizas comienzan a estallar. Los ordenadores de puntería finalmente han conseguido fijarlas en sus sistemas.

Una vez que los señuelos han sido destruidos los cañones no tardan en silenciarse.

Por un momento, despues del estruendo de los cañones de defensa y las explosiones de las balizas, nuestros oidos ignoran hasta los silbidos del viento. Un incomodo silencio nos rodea por unos momentos.

Es Silfith quien rompe el velo de intranquilidad y nos hace reaccionar llamando nuestra atención hacia unas sombras que se aproximan a nuestra posición.

jueves, 1 de diciembre de 2011

[fanfic] Descenso (II)

Segunda parte de este pequeño fanfic sobre los Recios en el SWtOR.

Primera parte: Descenso (I)

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- Planeta Kentares VII.
- Caida libre a 4000 metros sobre el centro de control operativo Sith de la zona. Una fortaleza natural protegida por enormes accidentes geográficos en medio del mar.

El descenso marcha perfectamente.
La isla se precipita rapidamente hacia nosotros, y el sonido del viento nuestro único acompañante.

El Sargento comprueba las comunicaciones y en su casco diversas luces verdes indican el estado de todos los miembros del equipo.

Yo utilizo un método diferente. Mi “visión” me permite conocer el estado de mis compañeros gracias a la Fuerza.
Todos están, en general, tranquilos. Solo la excitación previa al combate y la emoción del descenso a alta velocidad. Todos menos Maruk.
El joven sanitario, una de las ultimas incorporaciones al regimiento. Un académico entre tanto combatiente parece fuera de lugar.

Me acerco a su posición para tranquilizarle.
La mano en el hombro le sobresalta inicialmente, sacándole de su revisión compulsiva de los datos biométricos del regimiento.
Le pregunto con signos si todo es correcto y me aseguro de encarar mi rostro en su dirección, una costumbre aprendida al pasar tanto tiempo con razas dependientes de su visión física.
Maruk responde haciendo el mismo signo con la mano y me separo de su posición no sin antes indicar a Naia y Latok que se acerquen al soldado. Nuestros sanadores deben compenetrarse. Demasiadas cosas dependen de ellos.

En mi mente percibo el aura violacea de Naia aproximándose a la tormenta ocre y amarilla que rodea al humano, y como esta comienza a disminuir en intensidad. La presencia de mi esposa siempre ha tenido el mismo efecto tranquilizador, pienso. Y con una sonrisa recupero mi puesto en la formación de descenso.