viernes, 13 de enero de 2012

[fanfic] Recuerdos II

Segunda parte de este fanfic dedicado al SWtOR.
Shkar Kyle comienza a conocer a los Recios y las relaciones de estos con su lider.

Recuerdos I: Shkar Kyle

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Naia Destine - Sentimientos Jedi

- “El código Jedi no prohibe las relaciones de ningun modo. Si acaso el consejo las desalienta, que no es lo mismo.

Shkar repasó rapidamente el código Jedi como el mantra en el que había llegado a convertirse despues de los años.
- “No hay emoçión, solo hay paç. No hay ignorançia, solo hay conoçimiento. No hay pasión, solo hay serenidad. No hay caos, solo hay armonía. No hay muerte, solo está la Fuerça”.

El joven levanto la mirada hacia Naia y le pareció que la Miraluka le miraba directamente a la cara a través de la mascara con un aspecto divertido. Como si supiera que estaba repasando el código y esperaba el resultado de sus deliberaciones.

- “No” - negó con la cabeza. - “El código no lo prohibe.

Naia sonrió visiblemente mostrando su conformidad.
- “Además, ni Dorian ni yo comenzamos nuestro entrenamiento siendo niños.” - la Miraluka se apoyó en el alfeizar e invitó a Shkar a sentarse en un sillón cercano.

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Ambos nacimos en el mismo planeta. Sin embargo, mientras que la familia Destine era una de las casas nobles de nuestro planeta mis orígenes son bastante mas humildes.
Como es de conocimiento público los Miraluka tenemos una conexión innata con la Fuerza, lo que nos permite entre otras cosas percibir el mundo a pesar de carecer del sentido de la vista. Esto hace que sea muy habitual que la Orden Jedi busque nuevos candidatos a padawan entre nuestra gente.
Así, mientras la familia de Dorian tenía la facilidad de colocar a sus miembros como padawan cuando gustaran, por lo general una maniobra politica mas, una destinada a evitar peleas intestinas, en mi pueblo los Jedi eran casi un mito, y solo algunos afortunados disfrutaban del privilegio de unirse a sus filas, solo los que eran escogidos por los Caballeros que visitaban nuestra aldea periodicamente cada varios ciclos.

En un principio ambos seguimos la trayectoria marcada por nuestras familias.
Él asistía a negociaciones, y viajaba por la galaxia con su padre. Incluso había visitado Coruscant en un par de ocasiones, y tenía una invitación del consejo para unirse a sus filas. Una opción que desechó su padre.
Yo ayudaba a mi madre como sanadora local utilizando técnicas clásicas Miraluka: una mezcla de medicina, herboristería y la intuición de la Fuerza.
Cuando el maestro me seleccionó para acompañarle e iniciarme en la senda Jedi la noticia fué recibida en mi casa con una mezcla de ilusión y tristeza. Era un gran honor, pero también suponía que me separaría de mi familia, quizás para siempre. Acepté el honor alentada por mis padres, y dejé atras la vida que conocía, a mis padres y a mi hermano, para intentar mejorar la galaxia.

Fué precisamente en Coruscant donde conocí a ese orgulloso y estirado joven de la familia Destine. Y donde descubrí lo que se ocultaba debajo de esa fachada de fria responsabilidad.
Rapidamente congeniamos, y mientras él mostraba las maravillas de la República a una joven pueblerina, yo le mostraba los caminos de la Fuerza y le contagiaba mi ilusión.

Me gustaría pensar que cuando rechazó volver con su familia y ocupar su lugar entre la nobleza lo hizo por mi. Pero sé que lo hizo para cumplir su sueño secreto, para mejorar la República y defender a sus gentes. Quizás si pueda alegrarme de haberle ayudado a dar ese paso.

Sea como fuere ambos comenzamos a entrenarnos juntos y nos graduamos al mismo tiempo.

El matrimonio es algo que vino despues, como nuestras hijas, pero no es algo incompatible con servir a la Orden ni con los caminos del lado luminoso.

Se habla del peligro de la pasión de los enamorados, o del miedo a la traición y los celos, pero lo primero que debemos hacer con las emociones es conocerlas y entenderlas.
El código no impide que sintamos, somos seres vivos. Lo que no podemos hacer es dejar que nuestras emociones nos controlen. Si no tuviéramos sentimientos no seriamos diferentes de las maquinas.

Mas de una vez he visto a Dorian enfadado, o frustrado. De hecho recuerdo una vez cuando el Sargento Oroth vió especialmente enfadado a Dorian y me dijo que semejante cabreo solo podría estar ocasionado por alguien a quien se quisiera realmente.
Sin embargo luego no le vimos desahogarse en el combate, no canalizó la ira ni el odio hacia nuestros enemigos.

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Naia repasó mentalmente todos esos acontecimientos, y aunque algo le incitaba a confiar en el joven Mirialan por el momento se limitó a resumir los hechos mas representativos.

- “Los Jedi seguimos siendo personas. Nunca lo olvides.” - concluyó la Miraluka.
- “No señora.” - respondió Shkar extrañado por la historia de la Jedi.
- “Naia, llamame Naia.”

El Mirialan iba a responder cuando alguien llamó a la puerta.

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